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HUELLAS DEL FUTURO


La intuición asocia la huella al pasado; la mirada hacia atrás en la orilla, los pasos de uno perdiéndose en la distancia y desapareciendo a medida que la mar lame la arena en ondas sucesivas. Pero la huella revela tambien la tendencia y si se observa, se analiza y se pondera, ella revela el devenir, no de manera directa y gráfica, sino en vibraciones y visiones borrosas pero de clara direccionalidad. La copa de vino está vacía, y tanto lo que se bebió como el espacio que el líquido deja, tienen algo que decir sobre el presente, el futuro, el más allá. Salud. Sin vino.

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USO DEL ESPACIO, LA ILUSION DE LA EXISTENCIA Y LA IMPORTANCIA DEL SELF REFERENCIATION


El título es -lo sé- ambicioso, excesivo, autolambiscón y algo huachafo. Pero la verdad es que revisando estas imágenes, tales ideas vinieron a la mente, más al corazón que a la mente, aunque dicen los grandes científicos que el corazón no siente nada, ni siquiera dolor, ante la ausencia de nervios. Que sé yo, dijo un sabio necio. Estuve espiando la actividad en intersecciones porteñas (o era Jujuy?) viendo a la gente cruzar, algunos sin apuro, otros deseperados, seguro llegando tarde a alguna cita, y luego la calle vacia, con su cruce de zebra mirando al cielo como si los humanos nunca la hubieran transitado… trajo a la mente unas líneas de Macbeth:

Tomorrow, and tomorrow, and tomorrow,

Creeps in this petty pace from day to day,

To the last syllable of recorded time;

And all our yesterdays have lighted fools

The way to dusty death. Out, out, brief candle!

Life’s but a walking shadow, a poor player,

That struts and frets his hour upon the stage,

And then is heard no more. It is a tale

Told by an idiot, full of sound and fury,

Signifying nothing.

Nota. gracias a Ariadne Ángulo por la introducción a Shakespeare

Publicado en Pienso ergo Como, Pienso ergo Vino, VIAJES

El Refinado Arte de Perder el Tiempo (y disfrutarlo a màximo)


Pasè todo enero del 2024 haciendo lo que màs me gusta, no hacer nada que no produzca placer. A veces, debo admitirlo, esa búsqueda me lleva a excesos, particularmente en el comer, el beber vino y en el mal temperamento. Pero esos son los bemoles. Los highlights son muchos más importantes, más numerosos y muy satisfactorios; al volver la mente al recuerdo y pensar, que bien, hice eso, hice aquello. No dirè mas pues dejo al lector de este blog (si esa entidad existe, late, y respira en alguna parte) a interpretar las imágenes debajo, y crear su propia narrativa. No todas las fotos son mías, debo anotar, aunque las mejores sí lo son.

Publicado en libros, pisco

Pisco, un poema


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La verdad no soy un gran amante de la bebida de bandera nacional. Disfruto sì un par de sorbos de algun pisco  de chacra que aun no haya probado. Tal vez por ahi un chilcano, que nunca termino de beber porque encuentro empalagoso el dulce de la ginger ale. Igual con el sour, un sorbo, dos y para de contar. En todo caso, me entusiasma el entusiasmo que el pisco genera entre nuestros compatriotas y de hecho que hay toda una aventura en su produccion -tal como lo es en la produccion de vinos, café y otros eteceteras del mundo agricola- que está llena de mitos, historias y poemas. Sin duda un producto que encarna el espìritu del Perù. Aqui un poema que escribí hace unos años, seguramente no tan bueno como aquellos que ganan concursos mas o menos amañados. (Im sorry cant help but being a tad bitter ha ha).

Lenta lágrima del Sol

viento duna arena

transición

lluvia ausente en el cielo

diluvio y torrencia de la destilación

sarmiento piel anciana

requiebres

grietas

lignificación

timidez dorada de las italias cubiertas

alma dura de quebrantas

el alma de una nación

sangre incolora de las viñas

bendición

camino sinuoso de gliceroles

crepúsculos mínimos

secretos

lentas lágrimas del sol

que despiden

abrazan la copa

marcan equinoccios de recuerdos

del sol en el corazón

algo  huachafón , como diría algún crítico de esos de hoy que escriben o no escriben mas alla de notas de blog o tuit: «se percibe un escritor decimonónico»

Publicado en cebiche

LA COMBI CEBICHERA, CHORRILLOS


Estamos en la era de los gourmands de huarique, de los sommeliers autodidactas, de los degustadores de todo platillo que se considere de alta, media y baja gastronomía y no solo se quedan en la experiencia sensorial sino que hay un deseo irrefrenable, casi pornográfico, de compartirla a traves de cuanta red social sature el espectro radioelèctrico del mundo del nuevo milenio que ya dejó la adolescencia y se encamina hacia una adultez joven bastante aturdida, mira-ombligo y auto-indulgente.

Bueno, ya me saqué el veneno. Al final deben ser rezongos de adulto menor que se le va el tiempo y empieza a arrepentirse de no haber hecho mas cosas, haber viajado mas, haberse lanzado con más muchachas que a uno le prestaban atencion, o como dice el poema apócrifo de Borges, comer mas helados (no me gusta mucho, igual que la pixa) y dar vueltas en calesita (esto me parece de un nivel indigesto de huachafería).

Basta ya. Vamos al grano. Mejor dicho, al plato, pues caí de mal paso en un huarique cebichero de Chorrillos, casi llegando a los Pantanos de Villa, entre calles sin pavimento y perros callejeros convertidos en cirujas de basurero. El ingreso es algo ominoso, con una fachada que no indica para nada que hay allí un restaurante. Se transita por un largo corredor de altas paredes tarrajeadas con la crudeza fría del cemento fresco. Pero al final del pasillo se abre un ambiente simpático, ornamentado con el mejor gusto que permite un presupuesto apretado. 20 mesas o por ahi, algunas en formato barra con taburetes altos, vestidas con mantas colorinches que se asocian a la estética andina y le brindan al establecimiento un aire a mercadillo.

El personal es en su mayoría de Venezuela, jóvenes atentos y de buena actitud para el servicio. Arrancamos con un cebiche de cabrilla, segun uno de los comensales -que vive en Chimbote, y por tanto experto en comida marina- no estaba super fresca pero aceptable. Estaba bueno y sabroso, no pude percibir que la cabrilla no fuera del día. Seguimos con el cebiche de mariscos, que por 28 soles no defraudó. No te escamotean los productos como en otras cebicherías, que te ponen un langostino, un trocito de pulpo y el resto lo rellenan de pota. Este tenia bastante calamar también y dos conchas de abanico que estaban frescas y dulces. Seguimos con la parihuela, que tenia buena pinta pero algo floja en el rubro sabor. Mejor estaba el «jugoso» (nombre que el chimbotano usa para designar al sudado) de cabrilla, y estaba muy bien. Las porciones todas generosas y suficiente para compartir entre dos y hasta 3. Lo complementamos con chicha de jora (de nuevo, para el chimbotano era «clarito») y una chela pilsen. Mejor le va la chicha jora que la cerveza o incluso el vino blanco, al cebiche.

VEREDICTO

Muy recomendable, pagamos 214 soles entre los cuatro, incluyendo los 2 cebiches, 2 sudados, una parihuela, un chilcano simple, 4 botellas de pilsen y una jarra de chicha. Y bastante canchita de cortesía.

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SIGHISOARA, mágica ciudadela medieval


Sighisoara, situada en el corazón de Transilvania, es una cautivadora ciudad medieval que atrae a los visitantes con su rica historia, su bien conservada arquitectura y su encantador ambiente. Enclavada en la cima de una pintoresca colina, esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO es conocida a menudo como la «Perla de Transilvania».

Para llegar a Sighisoara, tiene varias opciones. Si prefiere el avión, el aeropuerto internacional más cercano está en Targu Mures, a unos 60 kilómetros. Desde allí, puede alquilar un taxi o tomar un autobús hasta Sighisoara, disfrutando por el camino de las vistas panorámicas de la campiña transilvana.

Si ya está en Rumanía, Sighisoara está bien comunicada por carretera y ferrocarril. La ciudad tiene su propia estación de tren, con servicios regulares desde ciudades importantes como Bucarest, Brasov y Cluj-Napoca. El viaje en tren permite apreciar los pintorescos paisajes a medida que se acerca a Sighisoara.

Alternativamente, puede optar por un viaje por carretera, que ofrece flexibilidad y la oportunidad de explorar más de la región. La red de carreteras rumanas está en buen estado, y Sighisoara es fácilmente accesible en coche o autobús desde varias ciudades.

Una vez en Sighisoara, le recibirá un ambiente de cuento de hadas. La pieza central de la ciudad es la imponente Torre del Reloj, que ofrece vistas panorámicas de las casas de colores, las calles adoquinadas y las murallas fortificadas que rodean el centro histórico. Puede pasear por las estrechas y sinuosas callejuelas, explorar la ciudadela medieval y visitar lugares emblemáticos como la Casa Natal de Vlad el Empalador, la Iglesia de la Colina y la Casa Veneciana.

En resumen, Sighisoara es un destino de visita obligada en Transilvania, que ofrece una cautivadora mezcla de historia, arquitectura y un entorno encantador. Tanto si elige llegar en avión, tren o carretera, el viaje a Sighisoara es una experiencia en sí misma, y una vez que llegue, se verá transportado a un mundo de encanto medieval.

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Villa, una playa desierta en el sur de Lima


VILLA tiene fama de ser una playa de mar bravo, por lo que recibe pocos veraneantes. La mayoría son vecinos del condominio Las Brisas de Villa, que cuenta con unas 300 casas, aunque muchos de sus residentes prefieren ir a veranear al sur. La playa se encuentra a la altura de Los Pantanos de Villa, nombre con el que se conoce al Área Natural Protegida de los Pantanos de Villa, Chorrillos, que es su título oficial. En su extremo norte, donde se ubican el condominio La Encantada de Villa y el Country Club, recibe más visitantes, al igual que a su extremo sur, donde la playa toma el nombre de Venecia. En cualquier día, sea verano o invierno se puede observar gran cantidad de aves marinas y en las mañanas a los caballos del club hípico contiguo, a los que sacan a galopar a lo largo de la orilla. Una de las pocas playas de acceso público y gratuito que quedan en el sur cercano a Lima.

En auto, desde Miraflores son 20 minutos aprox. Por transporte público se llega hasta el mismo ingreso al Area Natural en el bus alimentador del Metropolitano desde el terminal Matellini (extremo sur de la línea). En la web de moovit se muestra la secuencia de estaciones del Metropolitano para llegar a este destino desde cualquier distrito.

Publicado en VIAJES

SIEMPRE SE VUELVE A BUENOS AIRES


Siempre se vuelve a Buenos Aires, como dice el tango, la magia de la ciudad de la furia es imposible de olvidar. Uno puede ir con la idea de visitar monumentos, museos, disfrutar de los shows de tango o a llenarse de asado y pizza. O a gozar de los excelentes vinos. Pero a veces solo caminar por la ciudad, perderse en sus anchas avenidas o sus callejas empedradas, pasear por sus bellos parques de árboles de tamaño imposible o guarecerse de la lluvia en cualquier cafe antiguo, con un café jarrito y una medialuna, valen la pena la visita.

Publicado en Vino en Perú

MOQUEGUA, TIERRA DE VINOS (y piscos)


MOQUEGUA ES UN VALLE OASIS. Llegando por el nor oeste, desde Arequipa o por el sur, desde Tacna, el paisaje uniforme de desierto, dunas, colinas rocosas y extensiones de arena parda a leve rojizo es interrumpido de golpe por una vertiente de intenso verde que bordea al río que en las alturas se llama Moquegua, cuando pasa por Moquegua se denomina Osmore y a la desembocadura se llama como el puerto: Ilo.

El río y la napa freática son las fuentes de agua que hacen posible la viticultura en el valle. En tiempos del virreynato el área de viñedos llegó a 2,400 has comparadas con las 2,000 de hoy. Los desastres naturales, la prohibición de la importacion de vinos y destilados peruanos, que se vendian en España, y principalmente la devastacion causada por el ejercito chileno durante la Guerra del Pacífico, fueron marchitando la industria hasta casi desaparecerla.

Hoy la región experimenta un resurgimiento de la producción de piscos, pero la mira está en los vinos, tanto de variedades denominadas patrimoniales, como la Negra Criolla, Quebranta, Moscatel Negra y otras, así como las internacionales como la Syrah y la Malbec. El potencial vitivinícola y turístico del valle y del puerto de Ilo es enorme, estando bendecida por un sol radiante todo el año, un río que aun carga camarones, la gastronomia marina y de tierra adentro y los bellos paisajes, que contrastan el verdor de la campiña contra la austeridad brutal de las colinas y montañas que la rodean.

Toda visita a Moquegua debe incluir exploraciones de bodegas como El Mocho, Viejo Molino, Atencio y algo alejada, en Omate, la Magnus Corpus.

Publicado en Eventos, Vino 101

LOS SUEÑOS Y PLEGARIAS DE ISAAC EL CIEGO, OSWALDO GOLIJOV, UNREQUITED LOVE Y UNA BORRACHERA CON CABERNET SAUVIGNON DE GLEN ELLEN


LLEGUÈ A ESTA MÙSICA casi de casualidad. Estaba en Vancouver, ya 10 años, debe haber sido el año 96 o 97 del siglo pasado. Carajo, que viejo soy. No tenìa dinero ni compañera y estaba bastante aburrido de todo. Una muchacha de apellido Shabakostein, que estaba enamorada de mì pero que no me agradaba, me invitò a un concierto de mùsica de càmara, y de allì a cenar y luego a su piso. Era sexo garantizado, que lo deseaba y necesitaba, luego de muchas lunas de sequia orgasmica. La Shabakostein era hermosa y caballona, como son las mujeres que me atraen, pero era demasiado assertive, demasiado self confident y eso me intimidaba, al punto de ser un verdadero turn off. El concierto era organizado por la Chamber Music Society de esa ciudad y no recuerdo què se tocò aquella noche pero sì recuerdo a la cellista, una hermosa muchacha, que luego supe era de Edmonton y que se llamaba Emily. Lo supe porque cuandos la Shabakostein fue a buscar el auto me indicò que la esperara en la puerta del venue, con las 6 botellas de 750 ml de Cabernet Sauvignon de la bodega Glen Ellen -auspiciador del evento- y una de 1.5 litros que habìa comprado en el lobby. «No te muevas, aqui te recojo» imperò. Fue en eso que vi a la de Edmonton salir con su cello y dos bolsas abultadas y me ofrecì a ayudarla hasta la parada del taxi. Es entonces que iniciamos una conversa que durò unos minutos. ¿Siempre tocas para la Society? preguntè, tratando de ubicar sus coordenadas para un posible encuentro. «Sì» dijo, «aquì me volveràs a ver». Indicò que la Society buscaba voluntarios para atender la puerta, el ushering y el catering en los conciertos y me instò a que me inscriba. Estaba extasiado ante el milagro. Quise preguntar su numeraciòn pero el taxi ya habìa arribado. Un milagro tiene derecho a imponer condiciones, dijo un sabio ciego. Le di un beso en la mejilla a traves de la ventanilla cuando de reojo vi que la Shabakostein estaba ya parkeada frente a nosotros y me miraba con una expresion furibunda, no la de la mujer celosa, sino de aquella que siente que alguien ha traspasado los lìmites de su propiedad privada. Despues de conducir de manera temeraria, llegando a su piso, la Shabakostein se calzò unas lencerias imitaciòn de piel de jaguar, intentando llenarme de deseo, pero era inutil; mi alma, mi mente, y mi cuerpo, estaban poseidos por Emily. La caballona, enfurecida, me expectorò de su piso a la lluvia fria e inmisericorde de Vancouver. Por suerte pude escamotear la litro y medio de Glen Ellen, que en aquellos tiempos me parecìa delicioso. Falto de dinero para un taxi, caminè por 45 minutos hasta mi tugurio, donde lleguè empapado y borracho, pero feliz, soñando con el encuentro con Emily.

Fui a muchos, muchos maravillosos conciertos, pero no encontrè a Emily. Aprendì, sin embargo, a disfrutar de la mùsica culta en el ambiente intimo, privado, excluyente, de la mùsica de càmara, en auditorios pequeños, de entradas costosas, de mujeres hermosas vestidas con galas extravagantes que de alguna manera las hacìa ver ridìculas y al tiempo muchamente deseables. Habria transcurrido un año cuando fue que me tocò cubrir el backdoor para el Jerusalem Quartet, un cuarteto de cuerdas que hacìa su debut en la costa oeste de norteamèrica. Luego de la salva de aplausos del respetable, escaniè con la mirada la sala y saltò mi corazon cuando la vi, entre el pùblico. No era tan hermosa como en el recuerdo que guardaba de la primera vez que la vi: el deseo y la ansiedad construyen imàgenes que distan de la realidad. Aun asi, me parecio bella, ya sin el vestido rojo -pegado a su cuerpo como piel de un chorizo- con el que la vi por vez primera, arrancando notas algo estridentes del cello. Terminadas las repeticuàs de aplausos con que se premia a los performers, estuve mingleando en el backdoor, copa de Glen Ellen en mano -Chardonnay fue esta vez- esperando a que Emily se acercara a schmoozear un rato con los musicos y organizadores. Para mi decepcion, se acercò a mi con el violinista del cuarteto, un telaviveño calancon, alto y doblado, cubierto de pelo, muelon y sin gracia. «Ivan!» exclamò Emily con entusiasmo. «No te parece increible la musica del Quartet? Te presento a Shimon, mi novio». No creo sea necesario detallar mis emociones y baja autoestimatore de ese amargo momento.

El Jerusalem Quartet volvìo a Vancouver tres veces màs durante mi estadia en aquella ciudad que es como una joya que no refulge porque sus cielos la castigan 9 meses al año con una camanchaca que tiene poco de niebla y mucho de lluvia helada. Urgido por los deseos y deseando capturar una oportunidad perdida, intente reconectar con la Shabakostein, pero esta se habia unido a los krishna y aunque aun me amaba y queria ser mi mujer para siempre, explicò me que habia hecho un voto de castidad de por vida, por lo que la liberacion explosiva de las hormonas contenidas por una decada con ella era una imposibilidad. Acepte mi karma y como auto castigo me impuse aprender de la musica del Quartet, en particular de aquella que sonó la noche que conoci a Emily: The Dreams and Prayers of Isaac the Blind. No pude completar mi tarea; desde hace 16 años sufro de sordera. A veces golpeteo la caja de un cello con la punta de los dedos, tratando de reconstruir el Agitato-Con Fuoco-Maestoso-Senza Misura, Oscilante, de la pieza; me aburro y pateo el instrumento: Es inùtil.

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LOS SUEÑOS Y LAS PLEGARIAS DE ISAAC EL CIEGO, es una èpica musical, escrita por Oswaldo Golijov, un musico de La Plata, Argentina, hijo de una familia inmigrante de Rumania. Golijov se inspirò para su composicion en Isaac el Ciego ( רַבִּי יִצְחַק סַגִּי נְהוֹר), un gran kabalista de Provence, en la Francia del siglo XIII. Su obra asegura que todas las cosas y los eventos del universo son permutaciones del alfabeto hebreo. Tal como dice en una linea: «Su raiz esta en el nombre, porque las letras son fractales, que aparecen como flamas moviles y libres pero estàn inextricablemente vinculadas a la brasa que las origina»…..

Nota de edicion. Todo lo anterior es ficcion, excepto por la Shabakostein, por Emily, por mi voluntariado en la Vancouver Chamber Music Society, por el Cabernet Sauvignon (y el Chardonnay) de Glen Ellen, por la lencerìa imitacion de piel de felino, por la escamoteada de la litro y medio, por la lluvia helada e inmisericorde de Vancouver y por el maestro Oswaldo Golijov.

Y por Isaac el Ciego.