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SIGHISOARA, mágica ciudadela medieval


Sighisoara, situada en el corazón de Transilvania, es una cautivadora ciudad medieval que atrae a los visitantes con su rica historia, su bien conservada arquitectura y su encantador ambiente. Enclavada en la cima de una pintoresca colina, esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO es conocida a menudo como la «Perla de Transilvania».

Para llegar a Sighisoara, tiene varias opciones. Si prefiere el avión, el aeropuerto internacional más cercano está en Targu Mures, a unos 60 kilómetros. Desde allí, puede alquilar un taxi o tomar un autobús hasta Sighisoara, disfrutando por el camino de las vistas panorámicas de la campiña transilvana.

Si ya está en Rumanía, Sighisoara está bien comunicada por carretera y ferrocarril. La ciudad tiene su propia estación de tren, con servicios regulares desde ciudades importantes como Bucarest, Brasov y Cluj-Napoca. El viaje en tren permite apreciar los pintorescos paisajes a medida que se acerca a Sighisoara.

Alternativamente, puede optar por un viaje por carretera, que ofrece flexibilidad y la oportunidad de explorar más de la región. La red de carreteras rumanas está en buen estado, y Sighisoara es fácilmente accesible en coche o autobús desde varias ciudades.

Una vez en Sighisoara, le recibirá un ambiente de cuento de hadas. La pieza central de la ciudad es la imponente Torre del Reloj, que ofrece vistas panorámicas de las casas de colores, las calles adoquinadas y las murallas fortificadas que rodean el centro histórico. Puede pasear por las estrechas y sinuosas callejuelas, explorar la ciudadela medieval y visitar lugares emblemáticos como la Casa Natal de Vlad el Empalador, la Iglesia de la Colina y la Casa Veneciana.

En resumen, Sighisoara es un destino de visita obligada en Transilvania, que ofrece una cautivadora mezcla de historia, arquitectura y un entorno encantador. Tanto si elige llegar en avión, tren o carretera, el viaje a Sighisoara es una experiencia en sí misma, y una vez que llegue, se verá transportado a un mundo de encanto medieval.

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RUMANIA, UN AÑO DESPUES


Dicen que el tiempo vuela, y tal parece, es así. No diré que parece que fue ayer, como dicen todos, pero sí diré que parece al menos, anteayer. En cualquier caso, a esta altura de Octubre, el 2021 ya tenía una semana y media desde mi retorno de Rumanía, a donde fui para pasar mis 60 añujes, un poco porque cuando cumplí 50 no hice nada especial y sentía que me debía algo, porque para que uno estudia, lee y trabaja tanto, si no es para darse algun gustavo. El tema es que decidí mi salida casi sin antelación pues cuando dije me regalo un viaje, la mayoría de países estaban en rojo o ámbar para el Coronavirus, y cuando mi plan original, que era ir a Grecia, se cayó por ese motivo, solo quedaban Rumanía y Kuala Lumpur y a esta útima no me arrimaba. Después de todo ya tenía bastante experiencia viajando a Europa Oriental, específicamente a los Balkanes, región que siempre me ha llamado la atención por lo enmarañado de su historia.

No sabía realmente que iba a encontrar en el país de Drácula y Ceaucescu, cuando me di cuenta que ya tenía comprado el boleto de avión y no había marcha atrás y me puse a investigar en la net de qué se trataba el país y encontré que tenía mucho vino, con casi 200mil hectáreas cultivadas y muchas cepas indígenas y me dije, bueno, al menos algo tengo que me puede interesar, por lo que me acerqué a la embajada en Lima y la embajadora muy amable me recibió y me dio mucha info sobre el país, que tenía mucho más que ofrecer que los vinos, aunque quede claro que los vinos son estupendos y probé muchos en esos 12 días que me tocó pasar en ese maravilloso país. Qué podría aumentar ahora de lo que ya he contado en otros posts, tal vez mucho porque como mal escritor, no me puse a cronicar todo lo que vi y sentí en esos días de Octubre pandémico, de mi maravillosa habitación de 5to piso del hotel Rembrandt en la calle Smardan, ni de lo impresionante del Palatul Populurui, la babilónica edificación que Ceaucescu hizo construir y nunca llegó a disfrutar, ni de las calles arboladas de Bucharest, del encanto germano medieval de Brasov, pueblo en Transilvania donde me convertí oficialmente en adulto mayor, ni en la maravillosa ciudadela medieval de Sighisoara, que figuró en uno de mis primeros cuentos sin haberla yo conocido, ni en la hermosa Targu Mures, donde una encantadora sommelier me llevó a visitar bodegas y me dio una soiree catando numerosos vinos rumanos.

Tal vez deba más adelante esforzar la memoria y empezar a escribir algunos posts basándome en los recuerdos que las imágenes que recogí susciten. Mientras tanto los dejo con algunas vistas de ese extraordinario país, que recomiendo visiten.

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Vinos de Rumanía: Regiones


Regiones vitivinícolas más importantes de Rumanía. Los Cárpatos (verde oscuro) ejercen influencia en casi todo el país.

NO ES TAN CHICO COMO PARECE

Aunque Rumanía es un país pequeño en área (un poco más chico que Ecuador) tiene una gran extensión de viñedos (191,000 ha), comparable a países mucho más reconocidos como vineros, casos Portugal (192,000 ha) ó Chile (200,000 ha). Además, Rumanía, por su propia geografía tiene terroirs muy diversos que le permiten producir vinos de muy buena calidad con cepas que requieren regímenes climáticos distintos.

LATITUD BORDEAUX

Los otoños son largos y templados, lo que favorece una maduración lenta, concentrando sabores. Aunque situada en la misma latitud que Bordeaux, la premier región vitivinícola de Francia, el clima es más seco y continental. El Mar Negro no tiene la misma influencia que el Atlántico tiene en la afamada región francesa. Su mayor impacto se da en la región Dobrogea y el sur de la región Moldova, en la forma de un clima constante durante todo el año y dando lugar a vinos de calidad. Moldova es la mayor región en área y en volumen de producción, y donde se encuentran las variedades más autenticas del país.

EL EFECTO CÁRPATOS

Los Cárpatos forman un anillo interno alrededor del centro del país, moderando la temperatura y dando lugar a un número de terroir con gran variedad de suelos, marcando las condiciones de todas las regiones productoras. Encierran los viñedos de Transilvania y ejercen influencia en las regiones Banat, Moldova y Mutenia /Oltenia. Estas últimas tienen un clima algo más mediterráneo, dado por la presencia del Danubio. Banat, hacia el nor-oeste tiene un importante desarrollo, con cepas internacionales y más orientada a la exportación, aunque también se cultivan cepas indígenas. Los vinos de la DOC Recas destacan en esta región. Moldova fue muy importante antes de la era comunista, en especial los vinos de la cepa Grasa de Cotnari, que cuando está afectada con botrytis recuerda los Tokaj hpungaros. Por su parte, Transilvania está experimentando un rápido desarrollo y sus vinos blancos y la Pinot Noir se benefician del clima y altitud. En esa región, la Sauvignon Blanc puede exhibir un carácter interesante que la hace no ser «otro Sauv Blanc» como sucede en las versiones producidas en otras latitudes.

LA NIETA Y LA ABUELA

Las cepas más cultivadas son blancas, entre ellas la Feteasca Regala y la Feteasca Alba, seguida de la Riesling Italica. La Feteasca Regala es exclusiva de Rumanía y brinda vinos aromaticos y frescos, siendo un cruce de la Grasa de Cotnari y la Feteasca Alba. El nombre significa «uva de la joven real» y aunque es más común encontrarla sin roble, se beneficia de estancia en barrica. Las variedades tintas más plantadas son la Merlot y la Babeasca, una cepa indígena cuyo nombre quiere decir «uva de la abuela». Sin embargo, la cepa tinta más interesante es la variedad indígena Feteasca Neagra, que destaca por sus aromas y sabores a especias y humo. En blend con cepas internacionales como Cabernet Sauvignon y Merlot puede dar vinos notables. Otras variedades indígenas de notar son la Rara Neagra, la Negru de Dragasani y la Novac.

PAIS PEQUEÑO, VISITA LARGA

Como señalado en el primer párrafo, el gran área de viñedos y la diversidad de las regiones no permiten obtener una impresión general del potencial vitivinícola del país en los 10 días que tuve disponibles. La visita a las 5 regiones discutidas aquí todas merecen una parada para conocer las bodegas líderes, probar los vinos y disfrutar el paisaje. Pero sin duda, para los amantes de los vinos, por la riqueza histórica, arquitectónica y paisajística, recomiendo sin reservas pegarse este viaje. Es mágico.

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Vinos de Rumanía, un poquito de historia


La línea Artisan de la winemaker Aurelia Visinescu tiene una excelente versión de la cepa indígena Feteasca Neagra

DRÁCULA Y NADIA COMANECCI

Para muchos decir Rumanía los lleva a pensar en Drácula, comunismo y Nadia Comanecci, pero para nada evoca la idea de país productor de vinos. Sin embargo, este territorio dominado por los Cárpatos no solo tiene una larga historia de producción vitivinícola, sino que en la actualidad, con poco más de 190,000 hectáreas de viñedos, se encuentra en la liga de conocidos productores como Chile y Portugal y no muy detrás de Argentina (215,000 ha). La región Dobrogea, vecina al Mar Negro, es la que produce hoy los mejores vinos del país, aunque otras regiones muestran una mejora continua de la calidad de sus vinos. Hallazgos arqueológicos muestran que hace 6,000 años ya se cultivaban vides en esta zona. Sin ir tan lejos, se cuenta que Napoleón era aficionado a los vinos rumanos.

EL VINO COMUNISTA

Después de la Segunda Guerra Mundial Rumanía pasó a ser parte de la órbita soviética, con una economía planificada. Como en muchos países vineros de Europa del Este, en Rumanía se optó por la gran producción, la introducción de variedades resistentes a las heladas y se puso menos énfasis en la calidad. Así, en un momento el área plantada llegó a 340,000 ha, superficie que hoy solo es menor a la de los grandes productores mundiales: España, Francia, USA, Italia y la newcomer de las grandes ligas, China. La mayor parte de estos viñedos estaban bajo el control de grandes cooperativas y la producción de vino era dirigida por la empresa vitivinícola estatal Vinalcool. Mucho después de la caída de régimen socialista, a mediados de los 90, empiezan a llegar capitales y tecnología europea, y el estado introduce regulaciones dirigidas a mejorar la calidad y evitar el fraude. Luego de su incorporación a la Unión Europea en el 2007, Rumanía se comprometió a erradicar las variedades híbridas para el 2014.

EL VINO RUMANO HOY

En la actualidad existen más de 250 bodegas bien establecidas, aunque la costumbre de producir vino casero es muy extendida. Después de la revolución de 1989, unas 180,000 ha de viñedos de cooperativas fueron entregadas a pequeños productores, en lotes que en promedio tienen una hectárea. Muchos de estos propietarios hoy producen vino para consumo. Es cierto que hoy la mayor parte del vino producido es este segmento no es de gran calidad, pero una nueva generación de winemakers está apostando por una reconversión hacia estándares más altos. La presencia de la Unión Europea como mercado con gran potencial también juega un papel en esa dirección.

Como anécdota, contaré que en mi última visita a la ciudad de Brasov en Transilvania, mi taxista, Vlad (no podía tener otro nombre) me invitó a visitar su pequeña producción de vino casero, rústico y algo dulcete pero muy sabroso. En su vecindario prácticamente todos producen su propio vino.

EL FUTURO

No sería de extrañar que Rumanía juegue un rol cada vez más protagónico en el escenario vitivínicola mundial. Por su geografía (que veremos en otro post) que permite producir vino de calidad en casi todo el territorio y con diversas condiciones de terroir, por su tradición y también por el potencial de sus cepas indígenas, como la Feteasca Neagra y la Feteasca Alba, Rumanía esta bien posicionada para ser «the next big thing in wine». El tiempo lo dirá.

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Rumanía, tierra de castillos y vinos


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La verdad no elegí viajar a Rumanía por haber hecho una investigación de qué país visitar por sus bellezas paisajísticas, arquitectónicas o por sus vinos. Lo hice porque, desesperado por salir del ambiente tóxico de la política peruana y los 18 meses de confinamiento por Covid19, busqué un país sin mayores restricciones. Encontré un mapa global interactivo, que mostraba los países con restricciones parciales (marcados en amarillo), los que no permitían visitas (rojo) y los que no tenían restricciones al momento en que compré mi boleto de avión, en verde. Y resulta que el único era Rumanía.

Ya había visitado países balcánicos varias veces por lo que pensé, por qué no? y me contacté con la embajada, para tener mejor idea de sitios turísticos que visitar y principalmente información sobre bodegas. En menos de una semana de mi alocada decisión estaba ya en un avión con parada en Charles de Gaulle y luego de unas horas de aburrimiento y caros snacks, aterrizaba en Bucuresti, la «París del Este» como solían llamarla y vaya que hace honor a su apelativo.

Estuve solo 10 días en Rumanía. Qué les puedo decir? Primero, que es un país tan diverso -y casi del mismo tamaño que Italia- que se necesita mucho más de un mes para llevarse una buena impresión. Y es que cada región es tan distinta de las otras que hay sorpresas a medida que uno viaja. La mayor parte de mi visita la dediqué a Transilvania o «tierra entre árboles» que como dice su nombre, está llena de bosques. Y de castillos, como el de Bran, que dió lugar a la imaginación de Bram Stoker para convertir al rey Vlad Tepes en Drácula, el chupasangre de tantas películas series y secuelas.

Castillos y ciudades amuralladas con restos medievales hay muchas y cada una más bella que la siguiente. Pero Rumanía es más que arquitectura y leyendas, tiene una tremenda riqueza cultural expresada en sus innumerables bailes folklóricos, sus comidas y sus vinos. De ellos tendré que hacer una nota aparte. Tiene 9 regiones productoras de vinos entre las que destaca Dealu Mare, vecina al Mar Negro. Pero Transilvania y las otras también tienen lo suyo. Lo más destacable es el relieve que están dando a sus cepas indígenas, que solas o en blends con cepas internacionales dan vinos realmente notables. Allí están entre las tintas la Feteasca Neagra y la Negru de Dragasani y entre las blancas la Feteasca Regala, Fetesca Alba y la Cramposie. Todo un universo para degustar y amar.

Hay que visitar Rumanía. Por sus ciudades, sus castillos, su gente y su comida. Y por sus ricos vinos.