Publicado en cebiche

LA COMBI CEBICHERA, CHORRILLOS


Estamos en la era de los gourmands de huarique, de los sommeliers autodidactas, de los degustadores de todo platillo que se considere de alta, media y baja gastronomía y no solo se quedan en la experiencia sensorial sino que hay un deseo irrefrenable, casi pornográfico, de compartirla a traves de cuanta red social sature el espectro radioelèctrico del mundo del nuevo milenio que ya dejó la adolescencia y se encamina hacia una adultez joven bastante aturdida, mira-ombligo y auto-indulgente.

Bueno, ya me saqué el veneno. Al final deben ser rezongos de adulto menor que se le va el tiempo y empieza a arrepentirse de no haber hecho mas cosas, haber viajado mas, haberse lanzado con más muchachas que a uno le prestaban atencion, o como dice el poema apócrifo de Borges, comer mas helados (no me gusta mucho, igual que la pixa) y dar vueltas en calesita (esto me parece de un nivel indigesto de huachafería).

Basta ya. Vamos al grano. Mejor dicho, al plato, pues caí de mal paso en un huarique cebichero de Chorrillos, casi llegando a los Pantanos de Villa, entre calles sin pavimento y perros callejeros convertidos en cirujas de basurero. El ingreso es algo ominoso, con una fachada que no indica para nada que hay allí un restaurante. Se transita por un largo corredor de altas paredes tarrajeadas con la crudeza fría del cemento fresco. Pero al final del pasillo se abre un ambiente simpático, ornamentado con el mejor gusto que permite un presupuesto apretado. 20 mesas o por ahi, algunas en formato barra con taburetes altos, vestidas con mantas colorinches que se asocian a la estética andina y le brindan al establecimiento un aire a mercadillo.

El personal es en su mayoría de Venezuela, jóvenes atentos y de buena actitud para el servicio. Arrancamos con un cebiche de cabrilla, segun uno de los comensales -que vive en Chimbote, y por tanto experto en comida marina- no estaba super fresca pero aceptable. Estaba bueno y sabroso, no pude percibir que la cabrilla no fuera del día. Seguimos con el cebiche de mariscos, que por 28 soles no defraudó. No te escamotean los productos como en otras cebicherías, que te ponen un langostino, un trocito de pulpo y el resto lo rellenan de pota. Este tenia bastante calamar también y dos conchas de abanico que estaban frescas y dulces. Seguimos con la parihuela, que tenia buena pinta pero algo floja en el rubro sabor. Mejor estaba el «jugoso» (nombre que el chimbotano usa para designar al sudado) de cabrilla, y estaba muy bien. Las porciones todas generosas y suficiente para compartir entre dos y hasta 3. Lo complementamos con chicha de jora (de nuevo, para el chimbotano era «clarito») y una chela pilsen. Mejor le va la chicha jora que la cerveza o incluso el vino blanco, al cebiche.

VEREDICTO

Muy recomendable, pagamos 214 soles entre los cuatro, incluyendo los 2 cebiches, 2 sudados, una parihuela, un chilcano simple, 4 botellas de pilsen y una jarra de chicha. Y bastante canchita de cortesía.