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Tofu Anticucho: a Brochette like no other


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There is nothing more traditional in Lima than the sight of a brochette street vendor, an anticuchera, surrounded by a cloud of hungry patrons. As night falls, shops and cafes close and a woman of black African descent rolls her wooden cart to her favorite corner.  In the semi dark of the poorly lit street, the flames and flying sparks from the burning coals are a prelude to the oncoming feast. The woman blows the coals with a palm leaf fan and the fire crackles. The alluring smell of burning coals and animal fat vaporizing on contact with the heat, attracts customers and soon there is a small crowd surrounding the cart. Old and young, some sitting on crude wooden benches, most standing, chatting lively, they all wait for their order of anticuchos, while sipping Inka Kola or a cold beer, drinks sold by the anticuchera’s assistant, a young girl, usually a daughter or niece. As they chat and drink, they all keep a keen eye on a large bowl bursting with neatly skewered pieces of marinated beef heart.  The early birds, who already have their skewers cooking on the grill, closely monitor the glistening meat cubes, sometimes turning them over themselves, letting the anticuchera know how they want theirs done. As the woman flips the anticuchos, she grabs a brush made from a corn sheath and, after dipping it in basting oil, she whips the brochettes. The excess oil burns off over the coals and flares up in a large flame, lightening for a second the customers’ eager faces. As the orders get ready, the assistant prepares the plates, usually bright cheap plastic ware, garnishing the skewers with boiled potato and large kernel corn, plus a good serving of hot sauce. The latter is unique to the trade, consisting of blended rocoto hot peppers with lemon juice and chopped green onions. Satisfied patrons finish their servings, clean their fingers with “servillets” torn from a roll of toilet paper and leave, only to be replaced impatient customers, who anxiously wait their turn. Business goes on briskly for a few hours, usually until eleven, sometimes even later, especially during the Lord of Miracles festivities. By midnight only the antichuchera and her assistant remain, tidying up in silence and then, just as they came, they roll the cart back. The whirring sound of the cart’s wheels fades away as they disappear into the shadows. 

Although nobody can ascertain the origins of the Anticucho brochette, it is hard to dispute that it has an undeniable African air. Not only the word has a black African resonance to it, but also, since time immemorial, the trade in Lima’s streets has been traditionally associated to the black folk. Furthermore, to reinforce this idea, marinated meat and organ brochettes are very popular in North and Sub Saharan Africa, as well as in Congo and other locations. Just like in Lima, and other parts of Peru, the trade is mostly exercised by street vendors. 

The basic process of Anticucho making is to marinate the meat –up to ten hours- thread it on a skewer, and grill it over a fire. There are no exact quantities for the ingredients in these recipes: how you make your marinade depends on how much meat you are cooking and what ingredients you like. The marinade itself is very simple: vinegar, vegetable oil, aji panca (in lieu of it, Paprika or red curry paste work well), crushed garlic and cumin. Beef heart, although it is alien to the North American palate, once marinated and grilled this way can be firm, tender, juicy and just plain delicious. However, for the faint of heart or not very adventurous, substituting beef tenderloin for the heart works well, with the proviso that the marinade step needs only two hours.

The Recipe

 Marinade

½ cup red wine vinegar

2 tablespoons of aji panca paste. If not available replace with paprika or red curry paste

1 tablespoon vegetable oil

2 crushed garlic cloves

Pinch of cumin

Firm tofu cubes 1 ½ pounds

Salt

Oil for basting

Boiled and cooled potato or cassava root

Preparation

Cut tofu into bite size cubes, approx. 1 ½ inch long x 1 inch wide. Mix all marinade ingredients together and place in bowl with tofu cubes, cover and leave in fridge, overnight. Light barbecue, greasing the grill. Thread tofu cubes in bamboo skewers, three or four pieces per brochette. Sprinkle with salt. Barbecue on high, flipping skewers until cooked to desired degree, each time basting with excess marinade mixed with basting oil. Serve immediately with cooked potato. 

Wine pairing

This dish can go extremely well with a ripe, spicy Zinfandel. In lieu of this varietal, try Aglianico del Vulture or a Malbec from Patagonia.

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Pinotage de Sudáfrica con Comida Peruana


Aunque no he visto ningún vino de Sudáfrica en Lima -ni en el Perú, para el caso- estoy seguro que pronto algún importador con buen gusto y conocimiento y aventura lo traerá a nuestro vitivinícolamente esmirriado mercado. Qúe vinos de Sudáfrica traería yo? Pues de todo. espumante o «Cap Classique» como le dicen por allá, Shiraz, Cabernet Sauvignon, Steen (southafrican nick para el Chenin Blanc ), Chardonnay y por supuesto, la cepa de bandera del país de los bafana bafana, el Pinotage.

Pinotage es un invento sudafricano, cruce de Pinot Noir con Cinsault. A esta última los sudafricanos le dicen Hermitage, tal parece tienen un nombrecito para cada cosa, en eso se parecen a sus primos australianos. Es un vino interesante aunque cuesta un poco cuando uno lo prueba las primeras veces, es más, mucha gente nunca lo llega a tragar. Dicen que huele mal, a sudor animal, a caucho quemado, asfalto y muchas cosas más, todas feas, como acetona. Pero eso se dice tambien de los vinos sudafricanos en general. A mí me consta en una cata de productos de ese país, desde espumantes pasando por Cabernet Sauvignon, Riesling, Sauvignon Blanc, Shiraz y Merlot, que esa acusación no pasa de ser una mala percepción que ha quedado de una critica que se hizo en los 70. De allí en más habré catado 100 otros productos de todo precio de ese pais, incluyendo muchos Pinotage, y mi conclusion sencilla es que son vinos de muy buena calidad y que el supuesto hedor no es más que un toque aromático característico, así como los vinos chilenos tienen el suyo, los australianos lo propio, ese trasfondo de nariz en que un conocedor reconoce el vino europeo del americano o el neozelandés del alemán.

Volviendo al Pinotage, es un vino de carácter, de nariz inequívocamente ahumada, harta especia, con mora y tonos terrestres, a veces toques tropicales. Tiene gran versatilidad y se encontrarán, como en el Zinfandel, versiones mas ligeras y afrutadas así como la artillería pesada, como el Barista, que posa en la foto de este post. Las buenas versiones tienen una textura agradable que tiende a gruesa y son perfectas para acompañar comidas. Los de mas cuerpo vienen bien con anticuchos de corazón, carnero al palo, pachamanca, kankacho, seco de cordero o res. No es mala idea enfriarlo un poquito antes de servir.

Los Pinotage mas ligeros casarán con una variedad de platos, desde pollo a la brasa hasta arroz con conchas negras, pasando por arroz con pato, lomo saltado, carapulcra y papa rellena, entre otros. Cuando viajes a USA, Canadá o UK, o si algun conocido tuyo va por allá encárgale un buen Pinotage inolvidable como el Barista, un Chardonnay angélico como el Atarraxia, un Shiraz sabroso como el Boekenhoutskloof y un Chenin Blanc de peso, como el Rudera. Si lo haces… me invitas pe!

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Maridajes con Carmenere


La Cepa Misteriosa

La Carmenere, a pesar de su popularidad reciente como uva signature de Chile, tiene un origen mas bien misterioso. Aunque ya no es misterio para nadie el saber que fue confundida con la Merlot por la mas de un siglo, no todos saben que fue desterrada del olimpo de los vinos de Bordeaux por la espantosa plaga de Phylloxera que arrasó como un cataclismo viticultural a la Francia de finales del siglo 19. Otro aspecto interesante de esta cepa es su caracter camaleónico. No solo se le confundió fisicamente con la Merlot en el país de la Cueca, la Chilena y del Guatón Loyola, sino que también los vinos mismos tenían características similares. Detalle que solo sirvió para prolongar la confusión. A saber, cuerpo medio, color morado profundo, taninos atercipelados. El «Merlot» chileno era así distinto de los de otras latitudes -incluyendo los de Bordeaux- en un dejo de cierto verdor que estaba ausente en los Merlot típicos. Ello debido a que la Carmenere -que se sembraba mezclada con la Merlot en los viñedos chilenos- madura mas tarde que la Merlot. Cuando la Carmenere no se cosecha en madurez tiene ese típico caracter «verde», herbáceo, como quien muerde un tallo de arrúgula y el cual, si no se hace un trabajo cuidadoso en el viñedo, puede ser desagradable al paladar. Si esos cuidados son meticulosos, el acento herbal puede darle un carácter mas bien super interesante al varietal. A medida que la viticultura del Carmenere se va entendiendo mejor, vemos mas caldos del pais del sur con mas calidad, aunque no es raro encontrar cantidad de versiones que todavía no logran dominar ese problema. Recién a finales del siglo pasado se estableció con claridad ecuatorial que las cepas Merlot y Carmenere eran distintas genéticamente, aunque están lejanamente emparentadas.

Maridajes con Comida Peruana

Gracias a Dios (a Baco, en este caso), hoy se puede saborear buenos Carmenere varietales (aunque algunos llevan un chorro de Merlot para bajarles un poco la agresividad herbácea) a todos los niveles de precio. Cuando está bien manejado en la viña y en bodega, el Carmenere puede exhibir -además de los caracteres indicados arriba- deliciosos toques de humo y de chocolate y mejor aun, texturas de rico terciopelo con fruta roja madura. Así pintado, este caldo sería rica compañía para un plato de fondo como un Seco de Cordero (ver receta), donde los caracteres verdes de vino y plato (dado por el culantro) casan bien al ritmo del caracter especiado del binomio. El Seco, que podría ser también de res y hasta de albacora, se cocina a fuego lento hasta una textura rica, espesa, que danza bien con los tonos chocolate y los taninos sedosos de este vino.

Siguiendo por el carácter verde de esta cepa, viene a la mente un buen plato de Tallarines Verdes (ver receta), el tradicional pesto a la peruana, con su riqueza de textura cremosa de queso fresco, su picor blanco dado por las nueces y su fragancia herbal de albahacas, espinacas o acelgas y su bisteck apanado cubriendo el plato, sin dejar de mencionar las papitas y  vainitas sancochadas al costado, toque que aunque parezca netamente peruano viene mas bien de los pestos tradicionales del norte de Italia. Aquí el Carmenere da la talla, con los sabores y texturas del plato dando al vino un caracter alegre, frutado y como dicen los gringos, juicy. Rico maridaje que no se debe pasar por alto.

Como he mencionado en otras entradas de este blog, los anticuchos de corazón tambien se conjugan con un buen Carmenere, así como también le va a un tacu-tacu (si este viene con bastante chancho o salchicha), o mejor aun a una pachamanca, sea esta de horno de tierra o a la olla, la que con sus perfumes de chincho o huacatay y de material vegetal asado (pancas de choclo, vainas de habas) hacen aguar la boca de solo pensar como interactúa ese duo dinámico. Ahí lo dejo. A buscar un buen Carmenere!