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Palacio del Parlamento, el Monstruo de Bucarest


LA PARÍS DEL ESTE, ALGO DE BUENOS AIRES

Bucarest es una bella ciudad que impresiona por la monumentalidad de sus edificios, la enorme extensión de sus plazas, la anchura de sus avenidas y sus extensos y hermosos parques. Es limpia y aunque sus habitantes se quejan del tráfico, viniendo de Lima es un oasis de armonía vial. Sus amplios bulevares arbolados y la arquitectura de su casco histórico le ganó el moniker de «La París del Este» aunque también recuerda en algo a Buenos Aires. En una urbe en la que la arquitectura hiperbólica domina el paisaje , uno pensaría que ha visto todo lo inmenso que puede ofrecer la ciudad hasta que se encuentra frente a frente con el coloso que el dictador Nicolae Ceaușescu hizo construir entre entre mediados y finales de los 80.

EL MONSTRUO Y LA JOVEN ARQUITECTA

Cuando uno se para frente al edificio es imposible no preguntarse qué había en la mente del tirano cuando ordenó a la joven arquitecta Anca Petrescu -que a la sazón tenía solo 28 años y quien gracias a su obra cumbre ha sido considerada la peor arquitecto por la BBC- diseñar el monstruo. La sensación que causa la gigantesca estructura es abrumadora; imposible quitarle la vista. Es como una ola gigantesca petrificada justo antes de abalanzarse sobre el observador, y es tan enorme que domina por completo el campo visual. Es de alguna manera una obra monstruosa (si la juzgamos a la luz de lo que costó hacerla), pero tiene también un atractivo magnético que va más allá de lo estético. Maravilla y al mismo tiempo, de alguna manera inexplicable, asusta.

Estatua Caragealiana frente al masivo Teatrul National

BARRIOS ARRASADOS, MILLONES DE EUROS

Originalmente llamada Casa Popolurui («casa del pueblo») su construcción implicó el desvío del río Dâmbovița, que cruza el corazón de la ciudad y aplanar colina Uranus, sobre la que hoy se asienta el edificio, además de arrasar con 9,300 casas en barrios antiguos, desplazando a 40,000 personas, amén de demoler iglesias, un estadio, 40 fábricas y talleres, el edificio del Archivo Nacional y un hospital. Además de la Petrescu participaron en el proyecto 700 arquitectos y más de 20,000 trabajadores que se afanaron en tres turnos las 24 horas del día. Se estima que hasta 3,000 de ellos murieron en su construcción. El palacio ocupa 31 hectáreas; solo el edificio se asienta sobre 52 mil metros cuadrados. Tiene 1,100 habitaciones y una de sus 40 salas ocuparía la mitad de una cancha de fútbol. El costo del monstruo se estima entre 4 a 6 millones de euros y en su construcción se usaron 1 millón de metros cúbicos de mármol y 3,500 toneladas de cristal. Hay 15,000 candelabros; el más grande pesa más de 7 toneladas. La ejecución del proyecto consumió un 40% del PBI de Rumanía durante cada año de su construcción; es tan masivo que es visible desde la luna.

Palacio del Parlamento desde el gigantesco estacionamiento vehicular

EL PEQUEÑO ENCANTO DE LA MEGALOMANIA

Ceausescu logró su sueño de hacerse con el edificio (de uso civil) más grande del planeta. Solo el Pentágono es más grande, pero es de uso militar. En volumen de material solo la pirámide Quetzatcoatl y la plataforma de lanzamiento de Cabo Cañaveral lo superan; en peso, es el número uno. El diseño fue tal que al interior de las enormes salas el eco es perfecto. Se dice que Ceaușescu le gustaba dar un aplauso para llamar la atención y ser atendido de inmediato. Frente al palacio se abre el bulevar Unirii, que el dictador quiso más largo y más ancho que el Champs Elysees de París, cumpliendo su capricho por cinco metros.

Cruce de Smardan Strada y Lipscani Strada en el entretenido casco antiguo

NADIE SABE PARA QUIÉN TRABAJA

El delirante proyecto de Ceaușescu no llegó a ser concluido. En la navidad de 1989 una revuelta popular depuso al dictador, que fue fusilado junto con su mujer, Elena, luego de un juicio sumario. El palacio fue invadido por vagabundos, aunque no hubo robo masivo de los lujos extravagantes del edificio. La nación rumana, libre después de 40 años de sometimiento al dictador, no sabía qué hacer con tan pesada herencia. Se discutió demolerlo, pero el costo de la operación era inadmisible. Se consideró convertirlo en un casino, en un mall y hasta en un palacio draculiano para atraer turistas. Al final se decidió concluir la obra de la manera más económica posible, extirpar la simbología comunista y albergar al parlamento nacional, función que hasta hoy cumple. Ceaușescu nunca llegó a habitar el coloso de mármol y cristal que su ego le demandaba como reconocimiento a su -supuesta- grandeza.

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Vinos de Rumanía: Regiones


Regiones vitivinícolas más importantes de Rumanía. Los Cárpatos (verde oscuro) ejercen influencia en casi todo el país.

NO ES TAN CHICO COMO PARECE

Aunque Rumanía es un país pequeño en área (un poco más chico que Ecuador) tiene una gran extensión de viñedos (191,000 ha), comparable a países mucho más reconocidos como vineros, casos Portugal (192,000 ha) ó Chile (200,000 ha). Además, Rumanía, por su propia geografía tiene terroirs muy diversos que le permiten producir vinos de muy buena calidad con cepas que requieren regímenes climáticos distintos.

LATITUD BORDEAUX

Los otoños son largos y templados, lo que favorece una maduración lenta, concentrando sabores. Aunque situada en la misma latitud que Bordeaux, la premier región vitivinícola de Francia, el clima es más seco y continental. El Mar Negro no tiene la misma influencia que el Atlántico tiene en la afamada región francesa. Su mayor impacto se da en la región Dobrogea y el sur de la región Moldova, en la forma de un clima constante durante todo el año y dando lugar a vinos de calidad. Moldova es la mayor región en área y en volumen de producción, y donde se encuentran las variedades más autenticas del país.

EL EFECTO CÁRPATOS

Los Cárpatos forman un anillo interno alrededor del centro del país, moderando la temperatura y dando lugar a un número de terroir con gran variedad de suelos, marcando las condiciones de todas las regiones productoras. Encierran los viñedos de Transilvania y ejercen influencia en las regiones Banat, Moldova y Mutenia /Oltenia. Estas últimas tienen un clima algo más mediterráneo, dado por la presencia del Danubio. Banat, hacia el nor-oeste tiene un importante desarrollo, con cepas internacionales y más orientada a la exportación, aunque también se cultivan cepas indígenas. Los vinos de la DOC Recas destacan en esta región. Moldova fue muy importante antes de la era comunista, en especial los vinos de la cepa Grasa de Cotnari, que cuando está afectada con botrytis recuerda los Tokaj hpungaros. Por su parte, Transilvania está experimentando un rápido desarrollo y sus vinos blancos y la Pinot Noir se benefician del clima y altitud. En esa región, la Sauvignon Blanc puede exhibir un carácter interesante que la hace no ser «otro Sauv Blanc» como sucede en las versiones producidas en otras latitudes.

LA NIETA Y LA ABUELA

Las cepas más cultivadas son blancas, entre ellas la Feteasca Regala y la Feteasca Alba, seguida de la Riesling Italica. La Feteasca Regala es exclusiva de Rumanía y brinda vinos aromaticos y frescos, siendo un cruce de la Grasa de Cotnari y la Feteasca Alba. El nombre significa «uva de la joven real» y aunque es más común encontrarla sin roble, se beneficia de estancia en barrica. Las variedades tintas más plantadas son la Merlot y la Babeasca, una cepa indígena cuyo nombre quiere decir «uva de la abuela». Sin embargo, la cepa tinta más interesante es la variedad indígena Feteasca Neagra, que destaca por sus aromas y sabores a especias y humo. En blend con cepas internacionales como Cabernet Sauvignon y Merlot puede dar vinos notables. Otras variedades indígenas de notar son la Rara Neagra, la Negru de Dragasani y la Novac.

PAIS PEQUEÑO, VISITA LARGA

Como señalado en el primer párrafo, el gran área de viñedos y la diversidad de las regiones no permiten obtener una impresión general del potencial vitivinícola del país en los 10 días que tuve disponibles. La visita a las 5 regiones discutidas aquí todas merecen una parada para conocer las bodegas líderes, probar los vinos y disfrutar el paisaje. Pero sin duda, para los amantes de los vinos, por la riqueza histórica, arquitectónica y paisajística, recomiendo sin reservas pegarse este viaje. Es mágico.

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Vinos de Rumanía, un poquito de historia


La línea Artisan de la winemaker Aurelia Visinescu tiene una excelente versión de la cepa indígena Feteasca Neagra

DRÁCULA Y NADIA COMANECCI

Para muchos decir Rumanía los lleva a pensar en Drácula, comunismo y Nadia Comanecci, pero para nada evoca la idea de país productor de vinos. Sin embargo, este territorio dominado por los Cárpatos no solo tiene una larga historia de producción vitivinícola, sino que en la actualidad, con poco más de 190,000 hectáreas de viñedos, se encuentra en la liga de conocidos productores como Chile y Portugal y no muy detrás de Argentina (215,000 ha). La región Dobrogea, vecina al Mar Negro, es la que produce hoy los mejores vinos del país, aunque otras regiones muestran una mejora continua de la calidad de sus vinos. Hallazgos arqueológicos muestran que hace 6,000 años ya se cultivaban vides en esta zona. Sin ir tan lejos, se cuenta que Napoleón era aficionado a los vinos rumanos.

EL VINO COMUNISTA

Después de la Segunda Guerra Mundial Rumanía pasó a ser parte de la órbita soviética, con una economía planificada. Como en muchos países vineros de Europa del Este, en Rumanía se optó por la gran producción, la introducción de variedades resistentes a las heladas y se puso menos énfasis en la calidad. Así, en un momento el área plantada llegó a 340,000 ha, superficie que hoy solo es menor a la de los grandes productores mundiales: España, Francia, USA, Italia y la newcomer de las grandes ligas, China. La mayor parte de estos viñedos estaban bajo el control de grandes cooperativas y la producción de vino era dirigida por la empresa vitivinícola estatal Vinalcool. Mucho después de la caída de régimen socialista, a mediados de los 90, empiezan a llegar capitales y tecnología europea, y el estado introduce regulaciones dirigidas a mejorar la calidad y evitar el fraude. Luego de su incorporación a la Unión Europea en el 2007, Rumanía se comprometió a erradicar las variedades híbridas para el 2014.

EL VINO RUMANO HOY

En la actualidad existen más de 250 bodegas bien establecidas, aunque la costumbre de producir vino casero es muy extendida. Después de la revolución de 1989, unas 180,000 ha de viñedos de cooperativas fueron entregadas a pequeños productores, en lotes que en promedio tienen una hectárea. Muchos de estos propietarios hoy producen vino para consumo. Es cierto que hoy la mayor parte del vino producido es este segmento no es de gran calidad, pero una nueva generación de winemakers está apostando por una reconversión hacia estándares más altos. La presencia de la Unión Europea como mercado con gran potencial también juega un papel en esa dirección.

Como anécdota, contaré que en mi última visita a la ciudad de Brasov en Transilvania, mi taxista, Vlad (no podía tener otro nombre) me invitó a visitar su pequeña producción de vino casero, rústico y algo dulcete pero muy sabroso. En su vecindario prácticamente todos producen su propio vino.

EL FUTURO

No sería de extrañar que Rumanía juegue un rol cada vez más protagónico en el escenario vitivínicola mundial. Por su geografía (que veremos en otro post) que permite producir vino de calidad en casi todo el territorio y con diversas condiciones de terroir, por su tradición y también por el potencial de sus cepas indígenas, como la Feteasca Neagra y la Feteasca Alba, Rumanía esta bien posicionada para ser «the next big thing in wine». El tiempo lo dirá.